“If you think Compliance is expensive, try non- Compliance.”
Estas palabras fueron articuladas por Paul McNulty, ex Fiscal General Adjunto de Estados Unidos. Y en mi opinión, no pueden ser más acertadas.
La finalidad de un programa de Compliance, es prevenir la comisión de irregularidades o incumplimientos normativos en el seno de la empresa. Sin embargo, para que la implantación y ejecución de un programa de cumplimiento normativo sea eficaz, es necesario que la empresa dedique recursos especializados humanos y técnicos.
¿Estos recursos suponen un gasto o una inversión para la empresa?
Desde mi punto de vista, la implantación de un adecuado sistema de gestión de riesgos de Compliance produce importantes beneficios (tangibles e intangibles) para la empresa:
- Previene la imposición de multas, ya que, aunque es difícil de cuantificar el ahorro exacto que ello supone, resulta evidente que contar con protocolos de actuación definidos y el establecimiento de evaluaciones periódicas, evita la comisión de potenciales incumplimientos, y, en consecuencia, la imposición de sanciones económicas por parte de las autoridades competentes.
- Previene o atenúa la imposición de sanciones penales que pueden llegar hasta la liquidación de la empresa.
- Previene el fraude interno.
- Impide la comisión de errores operacionales al utilizar herramientas y procedimientos estandarizados y automatizados.
- El compromiso y los principios de buen gobierno corporativo en las organizaciones reducen los riesgos y la incertidumbre en las transacciones comerciales, generando, además, confianza de cara a los inversores, y demás agentes del mercado, incluso para el acceso a financiación.
- Propicia un incremento en el valor de los activos intangibles de la organización, ya que mejora la reputación e imagen de la empresa.
- Aumenta la confianza depositada en la organización por parte de los propietarios, empleados, inversionistas, clientes y demás socios comerciales, puesto que, se evitan irregularidades en las relaciones contractuales y asegura, en definitiva, el correcto desarrollo de sus actividades en un escenario de legalidad y responsabilidad.
El objetivo de un Programa de Compliance es desarrollar una cultura corporativa de cumplimiento y un modelo de gestión, basados en un compromiso ético con el cumplimiento de las normas legales y de sus propios compromisos voluntariamente asumidos. Se basa en una dinámica de permanente monitorización de la empresa, sus procesos y las relaciones con terceros y dinámica de mejora continua, lo que introduce un poderoso elemento transformador de la organización.
En conclusión, el coste que puede suponer la implementación de un programa de cumplimiento normativo es inferior al número de beneficios que este trae consigo a mediano y largo plazo. Por lo tanto, un Programa de Compliance no debe ser considerado como un gasto (utilización de un bien a cambio de una contraprestación), sino como una inversión (destinación de un recurso para la obtención de un beneficio a futuro).